ENTREVISTA A UN MEDICO TIBETANO (Ayurvedico)
LAMA TULKU LOBSAN
--Cuando un paciente viene a su consulta, ¿cómo descubre
cuál es su enfermedad?
--Mirando cómo se
mueve, su postura, la forma de mirar. No hace falta que me hable ni me explique
qué le pasa. Un doctor de medicina tibetana experimentado, solo con que el
paciente se le acerque a unos 10 metros, puede saber qué dolencia sufre.
--Pero también escucha los pulsos.
--Así obtengo la
información que necesito de la salud del enfermo. Con la lectura del ritmo de
los pulsos se pueden diagnosticar un 95% de las enfermedades, incluso
psicológicas. La información que dan es rigurosa como la de un ordenador. Pero
leerlos requiere mucha experiencia.
--Y después, ¿cómo cura?
--Con las manos, la
mirada, y preparados de plantas y minerales.
--Según la medicina tibetana, ¿cuál es el origen de las
enfermedades?
--Nuestra ignorancia.
--Pues perdone la mía, pero, ¿qué entiende usted por
ignorancia?
--No saber que no
sabes. No ver con claridad. Cuando ves con claridad, no tienes que pensar.
Cuando no ves claramente, pones en marcha el pensamiento. Y cuanto más
pensamos, más ignorantes somos y más confusión creamos.
--¿Cómo puedo serlo menos?
--Le daré un método
muy simple: practicando la compasión. Es la manera más fácil de reducir tus
pensamientos. Y el amor. Si quieres a una persona de verdad, es decir, si no la
quieres solo para ti, aumenta tu compasión.
--¿Qué problemas ve en Occidente?
--El miedo. El miedo
es el asesino del corazón humano.
--¿Por qué?
--Porque con miedo es
imposible ser feliz, y hacer felices a los otros.
--¿Cómo afrontar el miedo?
--Con aceptación. El
miedo es resistencia a lo desconocido.
--Y como médico, ¿en qué parte del cuerpo ve más problemas?
--En la columna, en
la parte baja de la columna: os sentáis demasiado tiempo en la misma postura.
Vitalmente, tenéis demasiada rigidez.
--Tenemos muchos problemas.
--Creemos que tenemos
muchos problemas, pero en realidad nuestro problema es que no los tenemos.
--¿Qué quiere decir?
--Que nos hemos
acostumbrado a un nivel de necesidades básicas cubiertas, de modo que cualquier
pequeña contrariedad nos parece un problema. Entonces, activamos la mente y
empezamos a darle vueltas y más vueltas sin solucionarlo.
--¿Alguna recomendación?
--Si el problema
tiene solución, ya no es un problema. Si no, tampoco.
--¿Y para el estrés?
--Para evitarlo, lo
mejor es estar loco.
--¿...?
--Es una broma. No,
no tan broma. Me refiero a ser o parecer normal por fuera, y por dentro estar
loco: es la mejor manera de vivir.
--¿Qué relación tiene usted con su mente?
--Soy una persona
normal, o sea que a menudo pienso. Pero tengo entrenada la mente. Eso quiere
decir que no sigo a mis pensamientos. Ellos vienen, pero no afectan ni a mi
mente ni a mi corazón.
--Usted se ríe a menudo.
--Cuando alguien ríe,
nos abre su corazón. Si no abres tu corazón, es imposible tener sentido del
humor. Cuando reímos, todo es claro. Es el lenguaje más poderoso: nos conecta a
unos con otros directamente.
--También acaba de editar un CD de Mantras con una base
electrónica, para el público occidental.
--La música, los
Mantras y la energía del cuerpo son lo mismo. Como la risa, la música es un
gran canal para conectar con el otro. A través de ella, podemos abrirnos y
transformarnos: así la usamos en nuestra tradición.
--¿Qué le gustaría ser de mayor?
--Me gustaría estar
preparado para la muerte.
--¿Y nada más?
--El resto no
importa. La muerte es lo más importante de la vida. Creo que ya estoy
preparado. Pero antes de la muerte, debemos ocuparnos de la vida. Cada momento
es único. Si damos sentido a nuestra vida, llegaremos a la muerte con paz
interior.
--Aquí vivimos de espaldas a la muerte.
--Mantenéis la muerte
en secreto. Hasta que llegará un día de vuestra vida en que ya no será un
secreto: no os podréis esconder.
--Y la vida, ¿qué sentido tiene?
--La vida tiene
sentido, y no. Depende de quién seas. Si realmente vives tu vida, entonces la
vida tiene sentido. Todos tenemos vida, pero no todo el mundo la vive. Todos
tenemos derecho a ser felices, pero tenemos que ejercer ese derecho. Si no, la
vida no tiene sentido