Cada vez que renunciamos a alguna verdad, enfermaremos…
Por Patricia González
Son muy pocas las personas que pueden enfrentar
una enfermedad con un sentido profundo, con el sentido de enterarse de qué es
lo que está sucediendo y por qué se ha manifestado su enfermedad. A la mayoría
de las personas les resulta muy cómodo y tranquilizador el uso de fármacos o
una cirugía para mejorar su estado de salud. Acudir a la medicina tradicional
para superar su dolencia lo mas pronto posible se convierte en el único
propósito, perdiendo de vista la inmensa información que esa dolencia le puede
aportar a su vida para mejorar algún aspecto importante y además, para evitar
volver a enfermar de lo mismo o de otras dolencias que se relacionan con el
mismo tema.
La persona que recibe su enfermedad sabiendo que
es un estado de desequilibrio producido en su interior comenzará a informarse,
observarse, corregirse y aprenderá algo importante para su vida, sin dar tanta
importancia a la dolencia en si misma, sino, rescatando el mensaje mas valioso
que es conocer la causa del desequilibrio. La persona que logra comprender el
mensaje sana de inmediato y es muy poco probable que vuelva a manifestar la
misma enfermedad nuevamente. Cuando acepta el reto, su vida mejora en los
aspectos que se relacionan a la creación de su enfermedad, teniendo la
posibilidad de desarrollarse mas plenamente, mas sano y mas feliz.
La persona que se deja sanar por agentes
externos, sin hacer los cambios internos, tiene muchas probabilidades de volver
a manifestar la misma enfermedad varias veces, y si se ha acogido a una cirugía
es posible que luego enferme otros órganos del cuerpo.
Cuando comprendemos que la enfermedad es una
posibilidad de crecer y hacernos más fuertes, las cosas se desarrollan de forma
muy distinta a lo que sucede, con una persona que aun no lo ha comprendido. Es
verdad que resulta muy sencillo acallar un dolor con un analgésico, y olvidarse
del asunto, pero también es verdad que la tarea que emprende el que comienza a
escavar en su interior a partir de ese dolor físico, saldrá renovado, mas
maduro, mas consciente y con la practica no volverá a necesitar enfermar para mejorar
algún aspecto de su vida.
Se sabe de lugares donde las personas gozan de
una excelente salud y una larga vida y se han trazado factores claves que
determinan esa condición. Ellos son más felices, ríen mucho, tienen más
libertad, más tranquilidad y disfrutan de la vida en una forma más acentuada
que los demás. Por alguna razón, ellos han descubierto que se puede vivir en
perfecta salud y lo practican.
No podemos desconocer que al comenzar a
observarnos vamos a encontrar una infinidad de cosas desagradables que en
muchas ocasiones nos hacen sentir aun más mal que antes de hacerlo. Sin
embargo, la tarea dará sus frutos sin excepción y los beneficios serán
elocuentes.
La gran tarea de observarse es una bendición, si
bien a veces dolorosa al principio, luego se vuelve tan agradable y necesaria
como el aire para respirar. Será necesario atravesar las grandes verdades
espirituales, las grandes verdades emocionales y las grandes verdades mentales,
para llegar al mundo físico donde solo se está manifestando lo que sucede en
nuestros cuerpos energéticos.
Esto requiere tanta paciencia y tanto amor por
uno mismo, que a veces creemos estar en una travesía titánica que solo podría
realizar algún ser con poderes especiales y divinos. Sin embargo, todos y cada
uno de nosotros se encuentra perfectamente capacitado para llevarla a cabo.
Lo más complicado de esto, puede ser iniciar la
búsqueda en el interior que nosotros mismos fuimos creando con la aceptación de
nuestra realidad, con las experiencias de vida, con las ideas de la conciencia
colectiva y que dejamos entrar sin haber podido filtrar. Permitimos entrar
mucha información y muchas emociones que no corresponden a nuestra condición de
seres divinos eternos y no nos damos cuenta de ello porque no hemos tenido las referencias
de la verdad. Encontrar esto y revertirlo a veces es realmente una hazaña, pero
es absolutamente posible.
Parece tan normal permitir la entrada de ideas
limitantes, incluso es mas, si no lo hacemos nos sentimos extraños, fuera de lo
normal, insensibles o egoístas. Por ejemplo, cuando aceptamos la idea de que
somos vulnerables, creemos que cualquier situación o persona nos puede dañar,
renunciando a nuestra libertad y grandeza y como consecuencia de eso nos
enfermamos. Otro ejemplo es cuando aceptamos la idea de que estamos solos y
desamparados, renunciamos a la red y la fuente de la que formamos parte,
renunciamos a la seguridad del sustento que nos pertenece por derecho divino y
como consecuencia de eso enfermamos. Cada vez que renunciamos a alguna verdad
enfermaremos.
Muchas veces el desequilibrio energético se
encuentra alojado en el cuerpo emocional. La revisión mental nos resulta
relativamente sencilla, comparada con la revisión emocional. El cuerpo
emocional es tan propio, tan interno y tan característico, que nadie mas puede
introducirse allí para hacer algo por nosotros, solo nosotros podemos. ¿Quién
puede llegar a saber con precisión lo que estas sintiendo, las emociones que te
están embargando?, ¿Quién puede encontrarlas por ti y quien puede reemplazarlas
por ti? ¿Quién puede tomar tus emociones y echarlas al tarro de la basura y
ponerte dentro las que te hacen bien? ¿Quién puede regalarte o venderte las
emociones y las verdades que te estas negando?
Por eso el camino a la sanación se hace angosto y
pesado. Resulta tan sencillo ingerir algo y olvidarte de todo. Sin embargo,
nada que no sea nuestro trabajo interior será verdaderamente sanador. Hemos
venido aquí a descubrir lo que somos, a darnos cuenta de que podemos volver al
hogar, a encontrar el camino de regreso casa y la enfermedad es una guía, una
guía maravillosa y valiosa, tan valiosa que hasta la puedes recibir con
alegría. ¿Pero quien recibe su enfermedad con alegría? Generalmente, cuando
enfermamos nos llenamos de miedo, de dolor, de angustia, desesperación y una
urgencia por encontrar quien pueda arreglarlo por nosotros porque nos sentimos
indefensos.
Sentirnos indefensos frente a nuestra enfermedad
no nos ayuda. Es preferible darle la bienvenida y recibir su mensaje para
iniciar la tarea de corregir, crecer, amarnos, y aceptar nuestra grandeza
infinita. Aceptar esta verdad nos sanará definitivamente.
La ciencia, los fármacos y tantas otras cosas
pueden ayudar a palear la enfermedad, pero en definitiva solo cada cual puede
sanarse a si mismo. Muchas veces ni siquiera es necesario saber cual es
exactamente el desequilibrio que te afecta, a veces solo es necesario reconocer
que algo se puede mejorar para que el universo ofrezca las soluciones. Somos
tan amados y tan bendecidos, que el solo hecho de poner a disposición nuestro
desequilibrio a la voluntad de Dios puede sanarnos. No es necesario que este
proceso sea largo y doloroso, no hay ninguna necesidad de sentir dolor y
angustia. La persona que está más acostumbrada a revisarse se sentirá más
segura y tendrá la certeza de la sanación en cuanto se disponga a comprender
que algo de importancia sucede en su interior. No sentirá la urgencia de
mejorar y se tomará el espacio de reposo para mirarse con amor a si misma y
aprovechará la posibilidad de amarse un poco mas, cada vez un poco mas. Esta
persona a comprendido que ha enfermado justamente por eso, porque debe aumentar
el amor a si misma y lo hará.
Patricia González
No hay comentarios:
Publicar un comentario